Ayer en un grupo de Prácticas de Focusing, una alumna se dio cuenta de una sensación en la espalda que llevaba varios días ignorando. Sabía que estaba ahí pero se sumergió en los quehaceres diarios y la ignoró. Me maravilla ver cómo sólo en la pausa podemos escuchar lo que lleva tiempo tratando de comunicarse con nosotros/as. Se trata del lenguaje silencioso del cuerpo, esa voz interna que está presente en cada momento, pero que a menudo ignoramos.
Quizás algo se aprieta, o se oscurece... o algo se expande o ablanda... es su forma de mostrarnos qué está bien y qué no lo está, e incluso lo que realmente necesitamos.
Este flujo constante de mensajes no es aleatorio. Es una guía, una brújula interna que siempre ha estado ahí, esperando que le prestemos atención.
Cuando elegimos estar presentes con esa con nuestro sentir, aunque inicialmente pueda ser incómodo, algo cambia dentro de nosotros. Aunque no encontremos una respuesta inmediata, el simple acto de prestar una atención aceptante y bondadosa comienza a transforma la experiencia. Es como abrir una ventana en una habitación cerrada: comienzas a ver aquello con lo que ibas tropezando. A veces, eso es todo lo que necesita: ser reconocido.
El cuerpo como maestro
Si no lo has percibido ya, te invito a observar cómo tu cuerpo reacciona antes que tu mente cuando algo no encaja en tu vida. Cuando algo no es para ti. Tal vez sientes una tensión en los hombros o una presión en el estómago. O por el contrario, cuando algo resuena contigo, hay una sensación de ligereza, como si pudieras respirar con mayor libertad.
Estas señales no son casuales. Son verdades profundas que no pueden ser ignoradas. Escucharlas es como conectar con un maestro silencioso que siempre ha sabido lo que necesitas, incluso cuando tú mismo, tú misma, no lo tenías claro.
Hoy en día vivimos en un mundo lleno de opiniones externas que intentan decirnos qué debemos pensar, hacer e incluso sentir. Por lo qu
Vivimos en un mundo lleno de opiniones externas que intentan decirnos qué hacer e incluso sentir. Pero a pesar de ello, dentro de nosotros/as hay una corriente de sabiduría, un flujo interno que siempre ha estado ahí. Es como un río subterráneo que fluye silenciosamente, esperando a ser descubierto.
Esta sabiduría no siempre llega como respuestas claras, pero si la sigues, te llevará hacia un lugar de mayor claridad y paz. Poco a poco, las piezas del rompecabezas comenzarán a encajar y sientes que estás volviendo a casa, a ti mismo, a ti misma.
Volver al refugio de tu cuerpo
En una sociedad ruidosa, donde todos parecen tener una opinión sobre tu vida, nuestro cuerpo es el refugio más seguro. Es el lugar al que siempre podemos volver para encontrar respuestas auténticas: las tuyas.
No importa cuántas veces nos desconectemos, tu cuerpo siempre estará ahí, listo para orientarnos de nuevo. Porque este viaje no es solo sobre escuchar sensaciones físicas, es sobre redescubrir partes de nosotros que habíamos olvidado y que albergan verdades de las que no somos conscientes. Es conectar con esa intuición que siempre ha sido nuestra guía más fiable.
Confiar en el cuerpo, confiar en nosotros/as
El lenguaje silencioso del cuerpo es nuestra verdad más profunda. No necesita palabras ni explicaciones; solo necesita que nos tomemos el tiempo para escuchar. En ese lugar más allá del ruido exterior, encontramos las respuestas que hemos estado buscando. Y las encontramos... porque siempre han estado ahí: en nuestro interior.
Al escuchar el cuerpo
honramos nuestra propia sabiduría
Si te ha gustado esta entrada puedes compartirla, nunca se sabe quién puede necesitar leerla.
Te mando un sentido abrazo.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario